domingo, 13 de marzo de 2011

Remembering Sunday



Despertó luego de un corto sueño, dirigió su mirada a su despertador luego de refregarse los ojos por unos minutos, el reloj indicaba que eran las dos de la mañana. Miró a su alrededor encontrándose con botellas vacías de diferentes tipos de alcohol que decoraban el suelo de la habitación. Se levantó de la cama y recogió algunas de las botellas, intentando limpiar, botándolas luego en el basurero de la cocina. Apoyó sus manos en la mesera de la cocina bajando el rostro dando un leve suspiro, fijó su mirada en la pequeña mesa que se encontraba dentro de la cocina, recordando así el desayuno de aquella inolvidable mañana, juró haber podido sentir el olor a tocino y huevo, tal como aquel día domingo.

Volvió a cerrar sus ojos para poder recordar la cara de su amada, con una sonrisa en su rostro. Sintió el deseo de estar junto a ella, de que aquella imagen de ella en su cabeza lo tomara de la mano y se lo llevara con ella. Él quería eso, estar a su lado.

Se volteó para volver rumbo a su habitación, la cual tenía un desagradable aspecto y olor, entre cigarrillo y alcohol. Se acomodó sentándose en el borde de la cama, tomando el celular que se encontraba sobre el velador que estaba a un lado de su cama. Buscó la agenda de contactos el número de ella hasta encontrarlo y apretar el botón verde de “llamar”. El teléfono dio uno, dos, tres… y varios tonos más hasta pasar a la grabadora y escuchar su dulce voz decir: “Hola, en estos momentos estoy ocupada o simplemente no estoy, deja tu mensaje y te llamo de vuelta” y el tono que avisaba que podía comenzar con el mensaje a ella se escuchó. “Deja tu mensaje y te llamo de vuelta”… Eso no sucedería, pensó él.

Hace ya dos semanas esa chica se había vuelto parte de sus sueños, cada noche, algo que en realidad lo volvía loco, la extrañaba. Volvió a acomodar el celular sobre el velador y abrió el cajón para tomar una caja aterciopelada de color azul marino, bastante humilde, pero elegante a la vez. La abrió lentamente dejando un anillo a la vista, un anillo de compromiso que ella siempre quiso pero que nunca supo que tendría.

Acomodó su cabeza sobre la pared dejando que sus ojos se cerraran y apretó la caja con ambas manos, comenzando a recordar.

– Nunca he creído en el amor – se apresuró a decir ella antes de que él la besará. Tom rió sin apartarse de ella, que lo miraba sorprendida. Sin dudarlo se acercó hasta besarla, sintiendo como en su interior todo se llenaba de alegría y mariposas.

- No puedes negar que no sentiste cosas con eso – murmuró él luego de besarla, aun sintiendo como las mariposas revoloteaban dentro de su estomago.

Y aunque la chica lo negara, también sintió esas mariposas subir desde su estomago hasta su garganta.

Sin darse cuenta cayó en un profundo sueño, y al despertar se dio cuenta de cuantas horas ya habían pasado, y aun así la lluvia no cesaba. Él soltó una carcajada, se le hizo gracioso pensar como era que la lluvia siempre lo seguía. Miró por la ventana, encontrándose con nubes grises en el cielo.

Se levantó por última vez de la cama y tomó una carta que se encontraba en su chaqueta que llevaba hace días y que ahora se encontraba colgada en el perchero detrás de su puerta. Abrió el sobre que ya tenía las marcas de haber sido abierto y comenzó a leerla para el mismo, en un leve tono.

“Tom, perdóname, pero no voy a volver, estoy apunto de hacer algo terrible, estoy aterrada de hablar, es por eso que te escribo esta carta, solo por este medio puedo decir lo que realmente quiero. Estoy tan confundida, pero la lluvia me dice que llegó mi hora. Ahora seré yo quien vigile a todo el mundo, y en especialmente a ti, a millones de millas de diferencia, estaré arriba, espero que me perdones. No me olvides.”

Terminó de leer quitándose las lágrimas que se asomaban por sus ojos y arrugó la carta decidido. Tomó la chaqueta y se la puso para luego salir de aquel apartamento que llevaba habitando tantos días. Era hora de dar vuelta la página. ¿Lo lograría? No sabía la respuesta, lo único que sabía era que quería llegar pronto a casa, la cual no habitaba desde hace dos semanas, desde el día en que supo que su amada se había quitado la vida.