lunes, 9 de mayo de 2011

Sentía sus piernas temblar de lo nerviosa que estaba, alzó su mano para tocar el pequeño timbre de color rojo que se encontraba frente a ella, antes de hacerlo dudó, pero después de un sonoro suspiro, apretó el rojo botón. Ahora no solo sus piernas temblaban, también lo hacían sus manos que se encontraban entrelazadas entre sí sobre su faldón. Un sonido de pasos de tacones se escuchó detrás de la puerta y al instante ésta se abrió, dejando ver a Hilary Burns, la madre de Giovanna. Giovanna pasó excusándose con que las llaves se le habían quedado, su madre se sentó en el sillón de la sala y miró a Giovanna, que se acomodó en el sofá rojo que se encontraba frente al sillón.
— ¿Qué te dijeron? — preguntó Hilary posando sus manos sobre su falda.
Giovanna la miró fijamente, pensando en que tenía la respuesta a lo que su madre había preguntado en un papel que llevaba dentro de su cartera. Se acercó su cartera más a ella y la abrió lentamente, sacando de ella el papel que le habían entregado minutos antes.
— Lo que tengo en estos papeles — murmuró Giovanna
Su madre arqueó una ceja mirándola seriamente. El pequeño perro maltés se subió al sillón y se acomodó sobre las piernas de la madre, la cual acarició al canino.
— Dime rápido, no tengo todo el día
— Bueno, entonces será mejor que vayas a hacer lo que es tan importante para ti, luego podemos hablar de esto, madre
La señora rodó los ojos de mala gana y se levantó con el perro en sus brazos y se encaminó a la puerta que daba hasta su oficina, la abrió y entró seguido por un portazo.
Giovanna volvió a mirar los papeles que tenía en su mano y lo dobló dejándolo sobre la mesa, esperando que más tarde su madre lo viera.

.-.

— ¡Giovanna Marie Burns! — gritó la madre desde el primer piso.
Giovanna se quitó sus auriculares y le puso pausa a la canción que escuchaba, volvió a escuchar un grito de su madre y se levantó. Respiró hondo preparándose para lo que venía.
Bajó las escaleras a paso lento, no quería llegar a la sala, donde su madre la esperaba, con el ceño fruncido por completo.
— ¿Qué significa esto? — preguntó la madre en cuanto Giovanna se asomó por las escaleras, la madre mostraba el papel que tenía en sus manos
— De eso te quería hablar hace unas horas atrás — Giovanna respondió en un tono débil acariciándose el brazo izquierdo
— ¿Embarazada Giovanna? — preguntó la madre.
La puerta se abrió y apareció Nicholas Burns, el padre de Giovanna, que al escuchar lo que la señora Burns había dicho abrió los ojos sorprendido, dejando caer el maletín que llevaba en sus manos.
— ¿Qué has dicho, Hilary?
La cara de Nicholas estaba pálida. La noticia de su hija no le había caído para nada bien, saber que su pequeña estaba ahora esperando un bebé, con tan solo dieciocho años de edad.
— ¿Es eso cierto?
El padre miraba a ambas atónito esperando alguna respuesta, Giovanna abrió su boca con intención de hablar pero nada salía, nada.
La madre posó su mano en su rostro y cerró sus ojos intentando buscar respuesta alguna para su esposo, Giovanna seguía temblando, se acercó lentamente a su padre y lo miró directamente a los ojos, donde pudo ver la decepción que sentía.
— Sí, es cierto padre — dijo en un susurro sin dejar de mirarlo a los ojos
El padre negaba lentamente, sin poder creer lo que escuchaba. ¿Cómo era que su pequeña ahora tenía otro pequeño dentro de ella? No lo creía, simplemente, no lo creía.
— Perdónenme, en serio — Giovanna habló entre sollozos bajando su mirada.
El padre la abrazó, acogiéndola en sus brazos, haciéndole saber a su hija que él estaba con ella pasará lo que pasará, siempre tendría el apoyo de él.
— Lo siento mucho papá — susurró Giovanna aun en los brazos de su padre.
Él no respondió solo besó su frente y le quitó las lágrimas que tenía sobre sus mejillas. La madre se acercó hasta ellos uniéndose al abrazo.
Una amplia sonrisa se hizo presente en el rostro de Giovanna, no solo porque sus padres no habían hecho un gran escándalo, sino también porque sabía que tendría el apoyo de sus padres, lo que era lo más fundamental para ella, siempre pensó que la familia era el pilar fundamental, quienes estarían incondicionalmente, y nada la hacia más feliz que saber que sus padres estaban con ella.